domingo, 7 de agosto de 2011

Fatalidad

Me encontré perdida, mientras las risas y las luces danzaban a través de mi descuidadas e inmutables yo estaba absorta, miraba lo que parecía ser una mota de polvo, por el tamaño creo que mas bien se le podría llamar pelusa. Me cuestione sobre los lugares que habría conocido esa pequeña partícula de nada, pensé en la gente que habría visto, las charlas que habría escuchado, y me sentí sola mas sola que nunca incluso cuando las voces a mi alrededor se volvían mas estridentes a cada minuto, la fuerza no representa cercanía. Eleve mi ante brazo, me descubrí tensando los músculos en un afán por terminar esa pequeña utopía que se alzaba sobre mi, con delicadeza tome entre mis dedos el polvo y lo mire con decisión. Nos llamamos humanos y nos jactamos ante el mundo de nuestra capacidad de libertad y por supuesto las decisiones que nos llevan finalmente a nuestro pseudodestino cuando yo lo único que logro pensar en este momento es que esa pequeña nada sera mas libre, podrá salir del vacío enorme paradojicamente volando en él, mientras que este ser enorme capaz de las mayores estructuras, este ente con la suficiencia y arrogancia de poder amoldar el mundo a su antojo se encuentra a si mismo en una jaula blindada, en un sistema tan intrincado de redes unidas tan graníticas que resulta imposible siquiera acercarse sin salir mutilada en el intento, como ser libre en lo que conocemos como sociedad, resulta imposible, enormes seres somos y mientras intentamos escapar este insignificante corpúsculo encuentra no rejas sino rendijas y las atraviesa como si no las viera. Ahora siento un tibio beso en la mejilla, es mi hermana sacándome de mi entumecimiento, se ríe y me llama de una manera que por lo pronto no reconozco, todos ríen y cantan, se mueven raudos a mi alrededor invocando una felicidad pasajera al rededor de una mesa, de un banquete, como si así algo de la dicha presente fuera a impregnarse en el alimento, con la esperanza de alargar un poco el momento, meter un poco de luz al estomago para ver si así este llega a nutrir nuestras células, se equivocan y lo se pero no se los digo porque me gusta ver a estos cercanos en su inocencia. Le doy una respuesta corta a mi hermana, aun con la pelusa en mi mano saco del bolsillo contrario un aparato sencillo, de plástico rojo, aun sin verlo adivino la sustancia en su interior liquida, incolora. Presiono el metal con malicia y de pronto veo una llama solitaria flotando en el infinito, acerco la llama hasta mis dedos indice y pulgar hasta que empieza a doler, despego mis dedos previamente únicos para descubrir que la mota desapareció, rió de repente ante la prerrogativa que implica el futuro que me espera ahora ya nadie sera feliz, ni siquiera la que pensó escapar a la norma ya ardió en mi mano, puedo dormir en paz al menos por hoy. Un día escuche en una tonada de el amor es dolor y que no hay que avergonzarse de saberlo. Canto con los demás mientras despliego un carcajada al mundo.