sábado, 9 de abril de 2011

Zapatos Brillantes

José Aravena tenía sesenta años y llevaba cincuenta lustrando zapatos en paseo Ahumada. Se levantaba muy temprano y se sentaba en su silla con sus tintas todo el día. Un día mientras sacaba brillo sintió un cosquilleo en los pies, que fue cada vez más fuerte hasta que un día una raíz como la de una betarraga salía de la planta de sus zapatos. Las raíces fueron creciendo cada vez más hasta que ya no pudo levantarse de su silla, y seguía limpiando zapatos. A pesar de haber perdido el pelo años atrás este volvió a crecer pero mas duro y tieso con brotes verdosos. Pronto ya no pudo limpiar zapatos porque sus manos se volvieron ramas. Hoy paso por este barrio y me siento a leer bajo la sombra de José Aravena. Lastima que nadie mas lo sabe.

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