lunes, 17 de octubre de 2011

De como empezar al revés

- Me levante sudada, el reloj en la pared no me dejo dormir, las paredes de papel mural roto me recordaron en seguida que no me encontraba en casa. ¿Donde estaba? a si, era la habitación de un motel barato a mas de no se cuantos kilómetros de mi pueblo natal. Pero esa no era la pregunta que mas me inquietaba en ese momento lo que primero debí preguntarme fue ¿Que estoy haciendo aquí? las imágenes vinieron a mi cabeza en el instante que formule la pregunta. - Recordé una pieza roñosa llena de pequeños objetos, papeles amarillentos por la humedad, pensé en el colchón gastado por los años en el que solía dormir, recordé lo mucho que lo odiaba. - Por entonces pasaba mis días vagando en las calles polvorientas de Concepción, había algo en esa ciudad que me hacia sentir nauseas. Mamá me decía que siempre había sido así, me repetía : Mane, tu siempre te avergonzaste de mi, cuando naciste chiquilla, me miraste y en tu cara se veía el asco que sentías por mi, tomaste de mi teta y vomitaste to´o, desde hay no volviste a probar mi leche, tu eri una cabra que nació pa´ otras cosas, pero la suerte no te toco no mas y vai a terminar igual que yo limpiando pisos. Luego de eso siempre se reía de manera estruendosa, se reía de mis sueños, se reía de mis libros, se burlaba de la vida como si reír fuerte apaciguara los doleres de la ulcera, como si la hiciera olvidar el abandono. - Razones no me faltaron para abandonarla allí, ahora era libre, tenia la oportunidad de dejarla y lo hice sin mirar, no voy a decir que no me avergüenza haberle sacado la plata que tenia para la operación pero no tenia opción, cada día que pasaba allá me sofocaba mas, me faltaba el aire y tarde o temprano no me hubiese quedado nada que respirar. La vieja va a conseguir la plata igual, le basta acostarse con algún minero con el sueldo en el bolsillo, yo en cambio no tenia como tener dinero, lo que lograba conseguir friendo papas en un local de comida rápida, ella me lo quitaba todo, y lo que no apenas me alcanzaba para comprar un vestido bonito o tomarme un helado con alguna de mis amigas de vez en cuando. - Me levante de la cama con aire nuevo en los pulmones de pronto no me importo no haber dormido, no me importaron las ojeras que afeaban mi cara reflejada en el vidrio salpicado de agua, mi estomago me recordó que no había comido nada desde que salí de casa. No tengo dinero suficiente para mantenerme, pero sin comida tampoco podre hacer nada para conseguirlo. Baje rauda las escaleras del motel, era una vieja casona en el centro de la cuidad, a pesar de lo notorio de su antigüedad no estaba descuidada, estaba pintada de verde oscuro. Abajo me miraba una viejecita encorvada, vestida con un chaleco peluciento hediondo a vejez. ¿Mijita como durmió? la escuche decirme, no tenia ganas de responderle mas lo hice de cualquier forma solo para quitármela de encima rápido. Pero me equivoque porque siguió hablándome, yo apenas la podía escuchar no podía dejar de mirar como las arrugas de su frente se movían me pregunte si lo hacían solas o la vieja se los ordenaba, parecían olas moviéndose al unisonido, como en un vaivén, no quiero llegar a ser como ella, me matare antes de ver arrugas en mi piel, la vieja no deja de hablar, ¿como la callo?, no lo soporto. - Discúlpeme, tengo mucho que hacer, podemos seguir esta charla luego- dije desesperada. La vieja se disculpo por retenerme, mas era claro que no lo sentía, es estúpido disculparse cuando se sabe lo que se hace, pero claro no me podía poner a pelear con una anciana senil, serian palabras lanzadas a una pared. Camine rápido mirando al suelo, no conocía las calles pero no tenia nada que hacer y mi estomago seguía castigándome, el cielo estaba gris pero seguía haciendo un calor insoportable y podía adivinar las gotas de sudor perlandome la frente, no se veía mucha gente, solo uno que otro caminaba rápido y sin mirar a nadie en particular. Como al medio día encontré una cafetería que parecía lo suficientemente accesible para mi presupuesto, entre caminando mas lento mirando donde estaba, el letrero sobre la pared decía " Donde Martita". Supuse que debía ser la dueña, me senté hacia la ventana y apoye mi mochila en el otro asiento, a los minutos después apareció una muchacha como de mi edad con una carpeta y una libreta en las manos, dejo la carta sobre la mesa y dijo: A esta hora solo tenemos café, te y pan con huevo. Le pedí un café y una paila con huevos y se alejo, era muy linda tenia una silueta esbelta a pesar de que no era muy alta, tenia un lindo color de piel algo tostado y el cabello castaño muy claro, sentí algo de envidia, parecía muy superior a mi. Cuando volvió con la comida me pareció aun mas agraciada, pero podía notar que estaba enojada por algo, sentí ganas de preguntarle que le había pasado pero seguramente se reiría de mi, de cualquier forma yo debía tener aspecto de mendiga y ella pensaría: Esta nena me pregunta a mi porque me veo así, cuando ella seguro no tiene ni donde caer muerta. Así que decidí que sería mejor no decir nada. Cuando se estaba marchando, se dio media vuelta me miro y dijo espero que tengas como pagar eso y sin esperar respuesta se marcho. No pude decir nada, me sentí tan humillada tanto que mis mejillas se volvieron carmesí solo atiné a bajar la mirada y tratar de ser invisible al menos mientras aun me encontraba ahí. Los huevos estaban deliciosos o quizás era solo la impresión de alguien que llevaba demasiado sin comer, el olor del café me envolvió en un espejismo de cosas buenas. Me descubrí pensando en que tenia un departamento lindo, ropa aun mejor. De pronto sonó la puerta, mas fuerte de lo que había sonado antes, me di vuelta a mirar era un hombre joven, quizas vinticinco años llevaba unas gruesas gafas de carey negro, era muy alto y delgado, la delgadez de traslucía incluso a través del grueso sweter que usaba, tenia los jeans rotos pero no parecía pobre, o los jeans le sentaban muy bien. Su cara era alargada como una proyección de su cuerpo, me sorprendieron lo largas de sus pestañas. Él miro de pronto a la mesera que me atendiera antes, ella lo miro también y descubrí en seguida que era él la razón de su enfado, mas el joven sonrió amplia mente, camino hacia ella y le oí decirle Carito mi linda, ¿porque esa carita?. La chica safandose de sus brazos le respondió algo de la hora, y que lo había estado esperando, y que ya no quería salir, que no tenia ganas. El hombre se rió y dijo pues bien te espero a que termines el turno de cualquier forma no me puedes echar, le dio un beso en la mejilla y alejo de ella en mi dirección. Se sentó en la mesa contigua a la mía y saco un libro de su bolso, acomodó sus gafas y antes de comenzar su lectura le gritó a la chica que le trajera un té.

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